martes, noviembre 10, 2009

¿Quieren ser senadores?

(II de XII)
Una ficción post-ProReforma.

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En esta historia ficticia un profesor universitario discute con sus jóvenes alumnos el camino que deben seguir para llegar a senadores. De la clase anterior ha quedado sin responder la pregunta ¿por qué la prueba de honestidad que se requiere para ser senador debe durar 30 años? El profesor inicia la clase abordando la pregunta.
- En realidad son 32 años, de los 18 a los 50. No hay una fórmula matemática que resulte en esta cantidad exactamente. Podrían haber sido 35, 25 o 15, menos de 15 creo que no porque entre los 25 y los 40 años uno afronta las presiones económicas más fuertes de la vida: casarse, tener hijos, adquirir una casa, automóvil, incluso fundar una empresa. Esas presiones pueden ser tan fuertes, algunos de ustedes ya han empezado a sentirlas, que llegan a colocarlos en ocasión de cometer actos corruptos. De alguna forma pueden considerar que esas presiones son parte de la “prueba de 30 años”.
Algunas miradas de incredulidad y confusión se posan sobre el profesor.
- Si un joven, soltero (o soltera), llega a senador y en su periodo de 15 años se casa o funda una empresa, las presiones económicas derivadas de gastos familiares, adquisición de bienes, pago de planillas, etc., le representarían un punto de debilidad que quienes podrían tener interés en “comprarlo” (corromperlo) podrían aprovechar.
- Creo que no estoy de acuerdo con Usted, yo nunca aceptaría sobornos aunque tuviera que comerme las uñas – protesta López.
- Nadie duda de Usted López, pero como no podemos estar seguros de que todos tengan su misma convicción, o de que sean capaces de mantenerla en la adversidad, entonces lo solucionamos requiriendo que demuestren durante 32 años que en realidad su convicción es sólida. Por lo que veo Usted no tendrá ningún problema en pasar esa prueba.
Al parecer las expresiones incrédulas continúan en los rostros de los alumnos pues el profesor decide ampliar su explicación.
- Además creo que no podrán negarme que a los 50 años, en la mayoría de gente, estas presiones ya están minimizadas, con lo que se les cierra el camino a quienes podrían estar interesados en corromper a los senadores.
- No necesariamente – protesta Pérez – yo conozco el caso de un señor de 53 años que se acaba de casar por tercera vez y tiene un montón de hijos regados…
- Claro Pérez, pero sabiendo lo que sabe de cómo ha vivido ese señor su vida, sin pretender juzgarlo porque no nos corresponde, ¿Usted votaría por él para senador?
La pregunta del profesor queda sin respuesta pero flota en el aire la sensación de que es porque resulta demasiado obvia.
- Profesor pero… eso no quita el hecho de que se nos ha quitado el derecho a elegir y ser electo – quien habla es Rodríguez, que rara vez deja pasar una clase sin opinar o preguntar – o sea, perfecto, qué bien que ahora tengamos senadores que han demostrado que son honestos y exitosos, pero ha sido a costa de nuestros derechos.
- Buen punto Rodríguez – responde el profesor – Ampliaremos sobre ese punto en la siguiente clase.
(Continuará)
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Nota: escribí esta "ficción" porque creo que hay que abordar y explicar a fondo lo relativo al senado y a la cámara de diputados propuesta por ProReforma, no es mi intención ponerme en el papel de "profesor", ¡comentarios bienvenidos!

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